Nos tiene mal acostumbrados a los aficionados el señor Ricardo Gallardo que, de forma casi habitual lidia toros importantísimos para deleite de los aficionados y, sin duda para los toreros. Sin embargo, hoy, en Madrid no ha sido el día puesto que sus novillos han sido muy desagradables; no es que fueran asesinos en potencia, pero apenas tuvieron virtud alguna para que los toreros pudieran triunfar. Salvamos, si acaso, el segundo de la tarde que sin ser nada del otro mundo ha dejado satisfecho al ganadero. Repito que, en líneas generales una corrida, novillada en este caso, tremendamente deslucida, sin posibilidad alguna de triunfo para sus lidiadores, que, en honor a la verdad, así lo entendió el ganadero en un gesto que le honra.

A los tres novilleros podríamos enjuiciarles por igual porque, el triunvirato, han dado todo lo que tienen y mucho más. Abrió el cartel Juanito, el diestro lusitano que pechó con un lote infumable pero que las ganas del diestro quedaron patentes en sus dos enemigos. Su decisión, su mejor arma, apenas le valió de nada. Triunfar, en este día, hubiera sido todo un milagro y éstos no existen puesto que, cuando el toro no quiere, ni Juan Belmonte que resucitara. Se aplaudió al lusitano que, contrariado se  marchó de la plaza porque lo que se dice ilusiones las traía todas.

Antonio Grande tuvo el mejor novillo del encierro que, por momentos dibujó pasajes ortodoxos. Daba la sensación de estar muy placeado y para su fortuna, venía de triunfar en Sevilla pero no ha sido hoy el caso. Todos creíamos que en su primer oponente lograría lo que se presagiaba pero, aquello no cuajó y mucho menos tras marrar con los aceros. Lo intentó de nuevo en su segundo pero éste era mucho más complicado que su primero, por tanto, las opciones de triunfo se esfumaron de inmediato. Como sus compañeros, voluntad a raudales, deseos inmensos, pero sin logro alguno.

Cerraba el cartel el mexicano Diego San Román que, con un lote infumable, desagradable y asqueroso para estar allí, el manito se la jugó en sus dos enemigos. Si pretendía hacernos una demostración de valor al más alto nivel, lo ha conseguido por completo. Ha sufrido varias volteretas tremendas, la de su segundo novillo con un dramatismo sin límites que, salió de vivo porque Dios que es mexicano se había venido para cuidar al compatriota. Una pena que este chico que apenas lleva cinco minutos en el toreo esté ya cosido a cornadas.  Salir ileso en este día ha sido, como digo, un milagro porque sus enemigos le voltearon con saña. Le deseamos mejor suerte y si ese valor sabe encauzarlo con una corrida que le ayude, el triunfo lo tiene asegurado.

Pla Ventura