Hoy no hay razón para alargar en exceso esta  crónica. Una corrida muy esperada más por los aficionados que por los espectadores, apenas media plaza en los tendidos. Una ganadería brava la de Torrestrella y 3 toreros jóvenes de los que se esperaba algo más.

Una corrida interesante de los toros de Álvaro Domecq, con diferentes comportamientos, de los que cabe destacar el encastado primer ejemplar, y dos toros muy completos quinto y sexto, también hubo alguno manso y justito de fuerzas. En líneas generales la corrida ha estado mal picada. Una mala colocación que suele ser la tónica de las temporadas anteriores. Una puesta a punto de varios picadores o la simple regeneración y cambio sería interesante para la fiesta. Lo único que importar es ensalzar y lucir el toro en un buen tercio de varas, cosa que hace mucho que no pasa, entre los toreros que los quieren crudos y los picadores cada vez más fallones, la falta de casta de muchas ganaderías, deja en mal lugar, feria tras feria, la suerte de varas.

Garrido ni supo, ni quiso ver al encastadísimo primer toro, es cierto que lo intentó pero se quedó sin ideas cuando el toro iba exigiendo  más. Un toro interesante que no acabó de humillar pero que tenía una transmisión que llegaba a todo el mundo.  A menos fue la faena del torero extremeño que empezó desde los medios con la mano izquierda a un toro que repetía con codicia, pero que acabo decepcionando a un tendido que intento apoyarle y aplaudirle en una faena de sin sabor. Ante su cuarto más anclado al piso, le falto velocidad mental para actuar, tal vez algo de exposición y sobre todo tener las ideas claras, cosa que también se le notó con la espada. Manejó mal los aceros.  Palmas y silencio.

Joaquín Galdós tuvo el mejor toro de la corrida, junto a un segundo que fue muy potable. En conjunto se llevó el mejor lote de la tarde. En ningún momento dio muestras ni de calidad, ni mucho menos de personalidad, despegado toda la tarde, fuera de cacho, al hilo de pitón y con la  “patita” retrasada. Otro torero de cuna, que nos toca comérnoslo con patatas en varias ferias, sin demostrar en el ruedo lo que puede demostrar con su cuenta bancaria. Al final, el dicho se cumple, el que tiene padrino se bautiza, y el que no lo tiene, pues lo compra. Porque su tauromaquia parece embotellada, sin magia ni imaginación, pico y recto, punteado en sus dos faenas, prácticamente en todas las series, sobre todo con su mano izquierda, en definitiva,  una copia barata de la tauromaquia 2.0, pero si a las figura les funciona, tal vez algún día a él también. Mínimo fue para cortar dos orejas, o incluso formar un lio antológico en su quinto, pero tanto dar vueltas sobre su eje, diluyó la casta de un toro que era de triunfo gordo.  Mato bien en su primero, y muy malamente a su segundo. Palmas y Vuelta al ruedo.

Alfonso Cadaval venia inédito desde su alternativa de lujo en la feria de septiembre. Muy apresurado, sin calma, ni mando, dejo ir a un toro que hizo sexto que podía haberle cambiado la carrera, o por lo menos irse con un gran sabor de boca. No lo supo ver, dubitativo e inseguro, le falta mucho temple que coger, y mucha experiencia. Uno que va a pasar por un desierto taurino y algún festival de vez en cuando. Me encantaría destacar algo positivo, pero creo que se ha equivocado de profesión. Mal manejo de los aceros, del descabello y de la suerte suprema en general. Silencio y Silencio.

Al terminar el festejo y discretamente, se cortó la coleta Santiago Acevedo.

 

Por Oscar de la Puente