Confieso que, esta mañana quedé atónito cuando un aficionado de Madrid me ha llamado diciéndome que, no veía aureola de tarde grande hoy en Las Ventas y, acertó de lleno este aficionado que, barrunto que debe tener la bola de cristal para presagiar el futuro. Ha acertado por completo; vamos que, ni Rappel le hubiera superado.

Era la clásica corrida de figuras en la que, su único representante en esta tarde era Talavante. Lo toros, igualmente, de lo más apetecible para los diestros de lo más alto del escalafón pero, todo ha quedado en el vacío de la nada. ¿Qué ha pasado entonces? Esa es la pregunta que no podemos resolver.

Se han lidiado dos toros de Garcigrande, primero y segundo que, como ha visto todo el mundo eran dos burros grandotes con cuernos pero, poco más. Sin fuerzas y sin ninguna conexión en el tendido. Los cuatro restantes eran de Victorino del Rio, lo más sagrado para las figuras de turno y, aquello tampoco ha roto para nada. Lo siento, y lo digo de verdad, por Isaac Fonseca, un chaval con enorme proyección que tenía hoy una oportunidad de oro que no le ha servido para nada.

El Cid volvía a su plaza y Las Ventas le ha recibido con cariño desmedido, es decir, con una rotunda ovación tras el paseíllo. Ha tenido un primer enemigo dulce, bobalicón, estúpido, con fachada, pero con las fuerzas justas y, pese a que el diestro ha estado bien, aquello no ha conectado con nadie. Sin lugar a dudas, El Cid, sin la pujanza del toro encastado no es nadie. En su segundo, más de lo mismo. El toro de Victoriano del Rio tenía un poquito más de tranco pero, pese a la voluntad de El Cid, todo ha quedado como empezaba, sin el menor atisbo de entusiasmo en los graderíos. Una pena porque Manuel Jesús volvía esperanzado a la plaza de sus éxitos o, en el peor de los casos, de sus faenas grandes no rematadas con la espada. Una vez más ha quedado de manifiesto que, las grandes faenas de El Cid siempre han tenido como oponentes a toros encastadísimos y, hoy no era el día, por ello, triunfar ha sido una quimera e, insisto, nada que objetarle porque por mucho que hubiera hecho nadie le valoraría como pudiera merecer.

La gran figura, Talavante, se ha encontrado con un burro medio muerto como era su primero. Esos son los toros que piden las figuras puesto que no exigen nada y, para colmo, muchos memos se tragan la bola. Su segundo parecía que tenía más trasmisión que, lo parecía y en el que Talavante ha estado valentón pero sin convencer a nadie. El toro era descomunal; tenía pitones para dar y tomar; una presencia fantástica que enamoraba por sí misma pero, el juego, pese a no ser malo, como tenía algún que otro atisbo de falta de fuerzas, lanzaba derrotes al final del muletazo. Ha matado de una estocada monumental en la que el toro ha caído en el acto. Los informadores comentaban de una faena excelsa pero, los que pagan han dicho que nones; cuando ha querido intentar la vuelta al ruedo la rechifla ha sido de época. Y, repito, decían que había estado cumbre. ¿Será que yo no entiendo nada de toros? Eso sí, me he consolado cuando los aficionados de Madrid se han posicionado contra el torero. Esa acción me ha dejado tranquilo porque, como se ha demostrado, mi gusto anda por los derroteros venteños.

Es cierto que, Fonseca era esperado en Madrid en una corrida que se había ganado a pulso tras su triunfo en la Copa Chenel. Imagino sus ilusiones y las comparto. Claro que, una cosa son las ilusiones y otra muy distinta la realidad que nos toca vivir. Y, Fonseca, en el día de hoy ha vivido una tarde en la que hay que resaltar la suerte que ha tenido en la cogida que ha sufrido en su segundo enemigo; el toro le ha prendido por el muslo, le ha lanzado al aire y, una vez en el suelo le ha metido el pitón por la espalda pero, el toro se ha contentado en romperle la chaquetilla y ahí volvió a nacer.

Su primer enemigo de Victoriano del Rio le ha ofrecido muchas posibilidades porque era noblón, sin el menor peligro y con un gran recorrido en sus embestidas. Fonseca ha estado tesonero, con una voluntad de hierro pero, es una pena, se le ha ido el toro en el vacío de la nada como antes decía. Era su tarde soñada y se habrá marchado al hotel con la sensación de fracaso y, a su vez, con la dicha de salir ileso del trance que antes comenté. Convengamos que, el azteca ha dado todo lo que tiene, nada ha dejado por hacer pero, tras matar a su enemigo en la plaza ha quedado ese ambiente de tristeza por parte de los aficionados que querían premiar al diestro pero que, él solo lo ha impedido al no entender al animal que tenía delante. Se segundo era más complicado y Fonseca se ha empeñado en hacer lo mismo que en el toro anterior y, por ahí ha llegado la cogida. La gente lo ha tratado con enorme cariño, algo que comparto completamente con la afición de Madrid pero, la vida es como es y no como nosotros quisiéramos que fuera. Lo que si ha quedado claro es que Fonseca, en lo sucesivo, tendrá que apuntarse a las corridas encasadas porque como le salga otra como la de hoy en Madrid, su futuro puede ser muy negro.

En líneas generales no me ha gustado nada la corrida porque, como antes dije, era la reata apropiada para las figuras y, ya se sabe, tarde de expectación, tarde de decepción. Cierto es que, expectación había poca, pese al lleno que han registrado los tendidos. Lo triste de la cuestión es que, mal que les pese a muchos, al final de la feria de Madrid tenemos presente la corrida de Victorino Martín y, paradojas del destino, en dicha tarde no había figura alguna, pero sí un torero humilde, pero capaz de jugarse la vida de verdad y, lo que es mejor que, sus faenas tuvieron un calado tremendo en los graderíos porque, insisto, un hombre se estaba jugando la vida de verdad. Se llama, Borja Jiménez que, como nos han contado, esta tarde ha realizado otra hazaña memorable en Zaragoza frente a los toros de Palha, sí, los que matan las figuras cada tarde. Cada cual que saque sus conclusiones.