En las antiguas culturas del Mediterráneo oriental la figura del toro tenía un cierto carácter divino. También entre los iberos, los toros eran considerados animales sagrados, desarrollándose a su alrededor un gran número de ritos. Muchas esculturas ibéricas de toros proceden de monumentos funerarios, lo que pone de manifiesto este carácter religioso.

Posteriormente, en la época romana, el rito taurino más importante es el de Mitras. Además, en este tiempo, se introducen los juegos de toros, que se celebran en los circos con una cierta continuidad, desacralizándose paulatinamente los viejos ritos del toro para convertirlos en espectáculo.

Durante la Edad Media este atractivo que ejerce el toro desaparece de muchos lugares, quedando relegada esta pugna entre el hombre y el toro al sur de Francia y la Península Ibérica. Numerosos testimonios ponen de manifiesto la sorpresa que les causó a los árabes, cuando invadieron la Península Ibérica, la lidia de toros.

El viejo rito de las fiestas de toros, sin duda de origen pagano, se sigue celebrando en España y Portugal durante todos estos siglos, en algunos casos revestidos de un cierto carácter religioso -ya cristianizado-, mientras que, en otros, se organizan para festejar alguna celebración o conmemorar algún acontecimiento importante.

CUADERNOS DE AULA TAURINA: Historia del toreo a pie