No hay mejor manera de estrellarse como ganadero que hacerlo en Madrid, donde, si ocurre, es posible que aunque vuelvas y eches un corridón de toros la gente te siga pitando por aquel petardazo. Algo similar le ocurrió ayer al Juli en la primera del certamen de novilladas nocturnas de Las VentasSe estrenó con El Freixo en Las Ventas y la cosa, francamente, no pudo ir peor. Hasta 6 camiones llenos de animales han pasado por los corrales con el hierro de Don Julián, sólo 3 de ellos aprobados (los que se lidiaron) en el reconocimiento, que duró buena parte del día.

Con todas estas peripecias, al final, se remató el festejo con tres de Couto de Fornilhos y dos sobreros de este mismo hierro que resultaron, al menos, bastante mejor presentados y no tres «raspas», como se suele decir.

El primero, un castaño, fue de El Juli (segundo y tercero también de él). Fino, cornicorto y con poco o ningún remate, francamente impresentable. De comportamiento soso, pasando sin pena ni gloria en varas y de comportamiento bronco en la muleta, defendiéndose y acusando la flojera de remos. Silencio al arrastre. Tibo García, de nazareno y oro, anduvo hasta mitad de faena bien con el toro, firme, dominando la difícil embestida, sobre todo con la derecha. Pero a partir de que el toro se fuera parando y tocándole cada vez más las telas fue cuando empeoró, llegando a quedarse totalmente destapado y consecuentemente el novillo lo prendió y le dió un feo revolcón. Pese a ello mató el toro. Palmas. Su siguiente toro, el cuarto, de Couto de Fornilhos, ya fue otro cantar. Sin ser tampoco un gran toro, pero marcando una clara diferencia con los tres anteriores, cumplió en varas peleando bien en ambos encuentros y manteniendo interés en banderillas. La lástima es que se agotara en la muleta, donde se fue progresivamente parando hasta agotarse y echarse. Silencio al arrastre. Con este animal, Tibo, estuvo pesado y alargando en demasía la faena, además de soso. Cosechó silencio.

Rafael González vistió un marino y oro muy bonito, que le llevó rodado por su primer toro. El de El Juli colaboró, pero sin embestir, simplemente pasaba como un carretón, cosa que ni es bravura ni se le puede comparar. La evolución fue a peor al agotarse las fuerzas, empezó a tirar algún tornillazo y a protestar. Terminó parado. Leves palmas de consolación a un toro que realmente no valió nada. Mientras tanto, y por otro lado, Rafael González demostró disposición y ganas, colocándose en su sitio y clavando los pies en el suelo. La actuación mereció oreja, pero la estocada dejó mucho que desear, degollando al toro. Injusta oreja concedida que debió quedarse nada más que en saludos. Hay que matar bien los toros. Con el quinto, de Couto, estuvo toreando por la otra cara de la moneda: de arrimones sin valor, alargando demasiado, pesado, ventajista y muy despegado. Pese a ello la gente estaba dispuesta a sacarlo a hombros si no hubiera pinchado con los aceros. Se conformó con unas palmas. El toro tampoco ayudó, por su condición de parado, con la cara a media altura y embestidas a medio tranco, pero no es excusa para dejarse de esa manera a la hora de torear.

Completaba el cartel Igancio Olmos que eligió su precioso terno chenel y oro. El de El Juli que le tocó fue un auténtico becerro, cornicorto y mal hecho, muy descompensado. Pese a ello se lidió. Fue un toro que tuvo la condición de ser parado en todos los tercios, sin cumplir en varas (como de costumbre en este hierro) y más soso que un arroz sin sal en banderillas y en la faena. Silencio justo para el animal. Ignacio estuvo igual que Rafael, demostrando que tiene ganas y con gran actitud. Pegó un estoconazo al animal que cayó rodado y saludó una ovación. El sexto, ciertamente, se le fue por falta de experiencia, pero con un poco más de rodaje podría haberlo cuajado ya que pese a ello le sacó a este buen novillo algunos excelentes pases, pero sueltos. Silencio. El novillo, de nombre «Blindado», fue un buen toro y el mejor de la noche, exigiendo la muleta por abajo, bravo y pidiendo mando, además tuvo ritmo y peligro. Injusto silencio a su arrastre.

Movida y variada la primera del certamen, donde dos novilleros vienieron a confirmar sus ganas y a decir que quieren ser toreros (con sus más y sus menos): Rafael González e Ignacio Olmos.

Por Quesillo