Fotografia GLEZ. ARJONA Y ARJONA, Cronica Francisco Diaz

Dio comienzo la primera corrida de toros del ciclo continuado del abono sevillano, con un cartel de la tierra y una ganadería fija en la Feria. Se anunciaron en el día de ayer Javier Jiménez, Francisco de Asís Lama de Góngora y Pablo Aguado, todos ellos tomaron la alternativa en el coso del Baratillo, para dar lidia y muerte a seis toros, seis, del hierro gaditano de Torrestrella. De este primer festejo ha destacado la notable torería de Pablo Aguado y un encierro que no ha aburrido a la afición, en tarde muy ventosa.

Fiel a su sangre, el primer toro lució una capa variada: colorado, ojo de perdiz, bragado, meano y salpicado. Ni la humillación ni el poder fueron las principales virtudes del ejemplar, que siempre se venció por el pitón derecho. Dada su debilidad y poca casta se defendió en los dos encuentros en el caballo, como durante toda la faena. Javier Jiménez buscó la colocación, la distancia para favorecer el recorrido del toro y no molestó al animal en cuanto las alturas. La falta de costumbre hizo que alargara excesivamente la faena, y el tendido pidió la hora. Mal uso de los aceros. Otras cualidades demostró el encastado cuarto, que precisamente fue esa la condición que desbordó al rubio sevillano. Durante toda su lidia mostró movilidad y humillación en un primer momento de la embestida, pues la finalizaba derrotando de feas maneras. En el caballo, se arrancó con prontitud y alegría en ambos encuentros, aunque salió suelto en el segundo. La tarde, a partir del segundo tercio de este turo, solo tuvo un nombre en banderillas: José Chacón, dos extraordinarios pares. Desde el comienzo de la faena de muleta, Javier Jiménez naufragó con el animal, pues en vez de mejorar el defecto apuntado, los constantes enganchones agriaron y descompusieron su embestida. ¡Qué importantes son las lidias! El toro tuvo más, como otros de sus hermanos.

Bonitas hechuras lució el segundo de la tarde. Casi tan bonitas como buen comportamiento demostró en el caballo: se arrancó con alegría y prontitud en ambos puyazos, y empujó con los riñones. Sabor agridulce al pedir su matador el cambio de tercio, y también por la pésima ejecución de la suerte por parte del piquero. En la muleta parecía evidente la receta: muleta puesta y poderle por abajo, con distancia y gestionando los tiempos. Parecía evidente pues no lo fue tanto, al menos para su Lama de Góngora, que, mediante un toreo desajustado y ventajista (descargando la suerte, fuera de la misma y con trazo lineal), se olvidó de torear sin toro, de llevárselo para los terrenos de fuera y dejar que se viniera. Mal uso de los aceros. El quinto toro fue un ejemplar enclasado, con el fondo de casta justo, lo cual exigía de una faena intensa, rota y verdadera, pero breve. Lama de Góngora se empeñó en destorear, siendo parte de la nueva tauromaquia el exceso temporal y de mantazos. Faltó, por supuesto, atacar y mucha decisión. Las mulas arrastraron al animal con los apéndices íntegros.

La tarde, en cuanto a los coletas, fue para Pablo Aguado. Es tanta la necesidad de Sevilla para tener un torero, que se anunció con un solo festejo en su esportón, también en Sevilla. Le correspondió en suerte un animal de larga embestida, aunque poco humillada y, a veces, descompuesta. El tendido jaleó los toreros pasajes del matador, con muy buenas formas y aceptable poso. Lo más destacado de su labor fue el temple, y sobre todo una serie de naturales recordando al llorado Manolo Vázquez. Por lo demás, aplica lo visto en tantas ocasiones a las figuras: desajuste, líneas, pico y colocación perfilera. De haber matado habría paseado una oreja, ¿merecida? El sexto toro confirmó que el lote más idóneo para el triunfo fue el de Pablo Aguado. El animal de mayor clase e ideal para el último tercio. El inicio de faena, con poderosos y toreros doblones de mano baja, fue para enmarcar. Ya de pie, demostró nuevamente un gran temple, colocándose a veces de perfil… eso de dar el pecho es de otra época… Sin embargo, esta vez sí llevó la embestida hasta el final de la cadera. La falta de oficio impidió que se redondeara la faena, para arrancar las dos orejas que el animal llevaba servidas en bandeja… Todo quedó en una.

Sevilla, miércoles 11 de abril de 2018. Toros de Torrestrella, desiguales de presentación; bravo en el caballo el segundo, mejores en la muleta segundo, tercero y, sobre todo, el sexto, el mejor del encierro, ovacionado en el arrastre. Javier Jiménez, silencio tras aviso y silencio tras aviso; Lama de Góngora, ovación con saludos y silencio; Pablo Aguado, ovación con saludos y oreja. Entrada: Menos de media plaza. Saludó en banderillas en el cuarto José Chacón.

 

Por Francisco Diaz