Unas 2,500 personas se dieron cita en la plaza de Toros Silverio Pérez de la ciudad de Texcoco, en el Estado de México para ser testigos de la Inauguración de la Feria del Caballo en su edición 2018.
Se celebró una corrida a beneficio de la Casa Hogar «La Divina Providencia» con toros de diversas ganaderías en Concurso que en general estuvieron muy bien presentados, y siete jóvenes toreros con grandes posibilidades a quienes la fiesta no les ha hecho justicia.
Israel Téllez, quién quizá del cartel es el que más ha toreado, tuvo en suerte un toro de la ganadería de Venadero (Filial de Torreón de Cañas) Pero aunque la suerte parecía estar a su favor, llevándose el toro que resultara el mejor de la corrida, se le vio fuera de sitio y con pocos recursos ante un toro que si bien se quedaba un poco corto, contenía la materia prima para poder colaborar en un triunfo, mismo que no llegó. Por momentos logró establecer un diálogo con su enemigo mismos que hicieron un eco leve en las alturas pero se fue apagando dicho diálogo y por ende el resultado no fue el esperado. Se escucharon tibias palmas
José Mauricio lidió un astado de la ganadería de Xajay, Un toro complicado al que había que poderle. Mauricio solidificó una carrera que iba siempre ascendiendo y de pronto como todo, un bache lo sacó del escalafón y lo llevó a volver a buscar oportunidades. Y es que después de ver las maneras tan concisas y puntuales de este joven diestro, nos preguntamos. Porqué no lo vemos programado en más plazas?
Con mucha intuición fue sometiendo al toro, esculpiendo poco a poco y con armonía en las líneas, una obra clásica, como tallando un trozo de carbón, que esconde ese diamante, que sabiendo que quizá no se encuentre tras la oscura sustancia, no cesa en su intento hasta dejar apreciar la veta. Y es que sus muletazos son sin duda de muchos kilates. Una faena en que tuvo que extraer los pases ensortijando al animal que poco colaboró con la obra. Pero la afición del diestro pudo más y logró moldear como con un pequeño cincel, las arrancadas en flamantes trazos que le fueron coreados con agrado. Tras una buena estocada se le otorgó un apéndice que lo convirtió en el triunfador del festejo.
Pero no fue el único triunfador, ya que aunque sin trofeos, Ernesto Tapia «El Calita», salió a por todas. A poner su nombre en alto y llevar la tarde al clímax. Desde sus buenas maneras con el capote en que puso al toro al caballo de manera oportuna y artística, nos hizo frotar las manos, porque se veía venir algo grande, como grande fue su trasteo con la muleta. La dimensión con la que llevó toreado al de Torreón de Cañas, un toro que exigía, fue de trascendencia. Pero había que poderle, que lidiar de manera acertada para lograr someterlo y así fue, de pase en pase para después ligar las series y cristalizar su labor. Con el talante de quien sobradamente se ha ganado un sitio en esta tan dura carrera que, tristemente, pareciera de resistencia, bordó el Calita con caricias los templados muletazos, como chaquiras doradas que finalmente serían el flamante adorno de un capote de paseo. Los jaleos del respetable parecían duplicarse, como si hubiera al menos el doble de gente en el tendido. Lamentablemente la media estocada un tanto defectuosa, pesó mucho en el criterio del juez que decidió negar la oreja, pero lo meritorio y el peso de la faena, queda ahí para los buenos aficionados que estuvieron presentes.
Lupita López tuvo en suerte a un toro de Marrón que tuvo nobleza y recorrido. Desde la salida Lupita mostró algo que marca la diferencia. La afición, la voluntad y la decisión de ser no solo un nombre más en un cartel. Con hambre salió a quitar por fregolinas en que se vio desarmada por la rapidez con que el toro se revolvía. Con la muleta fue poco a poco haciéndose del él. Sin duda, cuando vemos a una mujer en el ruedo, muchas veces se nos olvida que el toro no conoce de géneros y es en este caso cuando muletazos sentidos van tomando esa forma, ese color que pone el pequeño punto donde la chispa del peligro se manifiesta en todos los sentidos. Y es que aunque Lupita se ve un poco fuera de sitio por los escasos festejos que ha matado en el último año, su emoción se reflejó en los tendidos que le jalearon fuertemente y estuvieron con ella en cada momento de la función. Templando al toro por ambos lados, logró momentos de postín. La pena llego cuando no logró matar al de Marrón cuyas condiciones no ayudaban a la yucateca y escuchó los tres avisos.
César Ibelles mató un toro de Cerro Viejo,  toro complicado y que llevaba muy suelta la cara, con lo que no hubo manera de confiarse y estructurar la soñada faena. Quizá denotó la falta de fechas que muchos de estos jóvenes tienen en su complicada carrera, ya que no hubo suficientes recursos para poder romper. Hubo detalles expresivos, sin llegar a conectar de manera significativa con el público, pero a pesar de, la gente le agradeció el hecho de intentar mostrarnos sus cualidades. Con la espada no estuvo muy atinado lo que causó cierto descontento, silenciando su labor.
Juan Pablo Llaguno es sin duda el torero con más oficio que vimos ayer. Un joven que apuntaba ya en la temporada grande de la Plaza México y que sin lugar a dudas está forjando una carrera firme. Lidió un toro de la afamada ganadería de San Marcos con el que se vio muy aseado en el capote, con detalles artísticos. Con un apellido que arrastra en la historia de la Tauromaquia mexicana, tuvo que esperar Juan Pablo mas de 10 minutos para iniciar su faena de muleta, ya que hubo un apagón que nos dejó en penumbras y aunque el público alumbraba el ruedo con múltiples luces, era casi imposible poder torear. Una  vez que se hizo la luz, pudimos apreciar las grandes cualidades de un muchacho, sobrino nieto por cierto del gran diestro sevillano Manolo González y que definitivamente tiene una intuición enorme. El toro con mucha sosería y el incidente, causaron que el público se dispersara sin darle el justo valor al gran mérito que estaba teniendo el queretano. Todo quedó en una cerrada ovación
Antonio Lomelín también ha heredado un nombre de mucho peso en la fiesta mexicana. Se encargó de pasaportar al que cerró plaza de La Concepción. Un toro con emotividad y mucho trapío. Muy espigado de figura lanceó con calidad mostrando apenas un poco de lo que puede llegar a entregarnos. Con la muleta aunque un tanto despegado, concibió muletazos hondos y con su sello propio, pero no acabó de confiarse y eso impidió que su trasteo lo llevara a un triunfo. Una corrida larga que duró cerca de 4 horas también hizo que la gente se enfriara un poco y abandonara el coso a medias de lo que hacía Lomelín. La faena se vino a menos. Con la espada no anduvo muy fino y sólo fue ovacionado al retirarse de la plaza.
El próximo viernes Guillermo Hermoso de Mendoza a caballo con 2 toros de Santoyo y acompañado por los forcados queretanos y a pie Joselito Adame y Sergio Flores matarán 4 de Torreón de Cañas.
Por Alexa Castillo
Fotografia Juancho Cervantes