Una tarde gélida, en que los vientos del este parecían arremolinarse emocionados de volver a ver toros en la Vicente Segura.

Una entrada floja a pesar de los múltiples esfuerzos de la empresa por convocar al cónclave a apoyar una noble causa, como fue el beneficio a los damnificados de la ciudad de Tula, que en meses pasados sufrieron terribles inundaciones que causaron pérdidas enormes, las más, materiales aunque también se perdieron vidas, y es momento en el que las familias hidalguenses afectadas no han recibido ayuda por parte de las autoridades.

Fue un festival de gala, en el que se lidiaron 6 novillos de diversas ganaderías, de manos de 5 toreros y una amazona, que pese a las heladas condiciones climatológicas, calentaron el ambiente en repetidas ocasiones.

Stefania Uribe, toreaba uno de sus primeros festejos.

Tocó en turno un novillo de la ganadería de Montecristo que tuvo una nobleza extraordinaria.

La rubia rejoneadora, incitó en repetidas ocasiones al burel logrando buenos momentos pero sin conseguir clavar los rejones de castigo, haciéndose de las banderillas con las que erró en repetidas ocasiones.

Sus buenas intenciones fueron agradecidas por la concurrencia quien tuvo paciencia de sobra y la apoyó a sabiendas de sus carencias .

Mató su sobresaliente en el segundo viaje para ser ovacionada al lado del cabo de los Forcados quien realizó una estupenda ejecución que pese al poco apoyo de sus ayydas, logrando asirse fuertemente a los pitones para aguantar las embestidas y lograr el anhelado triunfo.

El retirado Rogelio Treviño quien vive en la madre patria desde hace lustros, abrió las puertas del la lidia ordinaria, ante un novillo de la ganadería de “Julián Hamdan” con el que no pudo lograr lucimiento alguno ya que de entrada la debilidad estaba a su lado y en segunda sus malas maneras tiraban con fuerza de los telares, colándose peligrosamente en búsqueda de las pieles del estera. Fue prendido aparatosamente sin consecuencias pero fue una mala jugada la que enfrentó ante la no muy bien presentada bestia, que hubo de ver su vida abreviar en consecuencia de su temperamento.

Se prolongó con la espada corta, siendo protestada su actuación.

Arturo Macías hubo de lidiar un astado de “Xajay “ que con unas bellas hechuras se desplazaba en busca del capote del hidrocálido que lanceó con la suavidad de una caricia.

Un extraordinario puyazo por parte de Jorge Morales.

Con la muleta fue acompañando las embestidas una a una y con tersura empezó a acomodarse, pero al ajustarse decidió el bicho refugiarse en las tablas como Niño asustado que trata de protegerse en las faldas de la madre. Ahí tuvo que acudir Arturo para con habilidad ir encelando al manso y poco a poco engarzar los eslabones de la cadena que fue dejando en el ruedo la estela del profesionalismo. Una plaza que ha significado mucho en la carrera del hidrocálido y que no podía irse con las manos en los bolsillos. Hubo momentos artísticos donde las mieles recién cosechadas brotaban embebiendo con su dulzor los labios de los presentes que ya se frotaban las manos en señal de agradecimiento.

Mató con eficacia y mandando con la izquierda para recibir una oreja merecida.

Fermín Rivera con uno de “Villar del Águila” con el que destellos de su histrionismo salieron a relucir. Sin duda un torero con gran calidad que nos ha regalado grandes faenas pero que hoy se compenetró con la atmósfera, añadiendo grados menores al termómetro.

José Mauricio está en un momento extraordinario y su intención es en definitiva la de llegar a la cúspide de la montaña. Ha tenido que bregar por caminos terregosos, donde hay que tomar veredas que parecen no conducir a ningún sitio, donde el terreno parece querer impedir su paso por el mismo, pero que con una estámina de gigante, ha librado sin dudas y sin miramientos.

Tuvo en suerte un complejo novillo de “Gómez Valle” que le asediaba con el fin de no dejarlo pasar. Utilizando los avíos como armas en la batalla, hubo de crear un encantamiento con el que fue poco a poco encandilando las incómodas embestidas de su enemigo, que comenzó a doblegarse como hipnotizado rompiendo a bueno y permitiendo que el capitalino tuviera su oportunidad, obteniendo después de una efectiva estocada una oreja de peso.

Antonio Lomelín cerró plaza con uno de “Torreón de Cañas” y hoy sí tengo que decir que estoy verdaderamente satisfecha de volver a sentir, alcanzar los bemoles que tanto he criticado y he cuestionado. Hoy vi un novillo toro, “bravo” desde la salida hasta su muerte, luchó como la bestia de “Minos”. Peleando en defensa de su naturaleza, de su raza, de su prevalencia en este sesgado mundo.

Con los riñones embistió en el caballo, con fijeza persiguió a los banderilleros que de pronto tenían un herradero en el ruedo. Fue emocionante ver a su “majestad” hacer vibrar el redondel y cómo un tsunami, reventar en los tendidos del coso hidalguense.

Y así también Lomelín hizo lo propio. Porque un toro bravo exige un torero con la capacidad para resolver lo que se presenta. Y se generó una danza perfecta, una sincronía entre ambos que resplandeció creando una obra de arte. Por momentos el embeleso fue tal que los vuelos del engaño se engancharon, pero se corrigió y siguió el rumbo a pasos de vals, creando una obra visual que alardeaba entre los parroquianos. Siempre queremos más y sobretodo cuando hay una simbiosis, pero es la magia de la tauromaquia, que nos regala en su belleza momentos que se quedan grabados en la retina.

Una muerte pronta estalló en el ánimo de los ahí presentes que solicitaron con fuerza y palomas blancas en las manos los dos trofeos mismos con los que se convirtió Antonio en el triunfador del festejo, que junto con el ganadero Julio Uribe Jr. dio una vuelta al ruedo para salir a hombros entre el beneplácito de la afición.Allen Mexico

Alexa Castillo