Una soleada tarde que por momentos tuvo episodios de esa lluvia que sabemos solo alborota más el calor, fue la que correspondió al festejo de Sábado de Gloria en la Feria Internacional del Caballo en Texcoco.

Toros de la ganadería en Pozo Hondo que fueron disparejos en presentación y en juego.

Alfredo Ríos “El Conde” reaparecía después de tres años de inactividad taurina y tuvo una aceptable actuación.

Le gente le exigió y estuvo presionándolo toda la tarde, a sabiendas de su gran condición y facultades.

Estuvo preciso pese a que su primero no tuvo la fuerza suficiente para dar batalla.

Al momento de entrar a matar el diestro resbaló en la cara del toro siendo magullado por el mismo, afortunadamente no hubo algo que lamentar

Su segundo toro le permitió mayor lucimiento. Ya desde abrirse de capa tuvo momentos interesantes, mismos que rubricó con las banderillas en donde conectó con el respetable y para la faena de muleta instantes de profundidad que tuvieron eco. Recibió una oreja por su voluntad y pese a la falta de recorrido que al final tuvo el pupilo de Ramiro Alatorre.

Miguel Ángel Perera no tuvo mucha suerte. Pero si tenía prisa.

Cómo decimos vulgarmente, vino a cobrar.

En su primero un toro que acusaba una desmedida debilidad abusó en el caballo.

Y aquí podríamos entrar en controversia pero en realidad las cosas son muy claras.

A toda la corrida le faltó bravura. Unos más y otros menos pero no hubo esa acometividad en el caballo.

Yo siempre argumento que el toro debe ser castigado pues ahí tenemos un parámetro para medir la bravura.

Pero si estamos viendo que el toro se adormiló en el peto y ya no hay una lucha. ¿Seguir haciendo sangre es en realidad la solución? No lo creo.

Sin embargo este es un espectáculo y pese a que me es muy molesto no ver la esencia del toro, el público quería divertirse y ver faenas interesantes.

Nadie protestó por la falta de bravura, más se protestó por los puyazos interminables del varilarguero al ejemplar de Pozo hondo

Solo consiguió que el animal se quedara parado y se pusiera difícil la situación para lidiar e inminentemente para matar, escuchando dos avisos.

En su segundo, que debió ser el quinto y finalmente con el permiso de la autoridad se lidió en cuarto sitio, abriré un paréntesis.

Si para Perera es tan importante tomar un vuelo a Aguascalientes para llegar a torear mañana a las seis de la tarde, ¿por qué aceptó torear en Texcoco?

Puede no parecer importante pero sí lo es. Hace años José María Manzanares, estaba en la misma situación, solo que él volaba a España, y fue multado y detenido, para que no dejara el coso.

Y hoy, alguien que torea un día después, con veinticuatro horas de diferencia, se da el lujo de retirarse. Vergonzoso sin duda lo que hizo Perera, pero más que las autoridades lo hayan permitido.

Convirtieron a la “Silverio Pérez” en una feria sin importancia.

Con este toro logró por momentos convencer a los aficionados. Una tanda larga aunque no muy sentida conectó con las alturas pero se comenzó a venir a menos y las prisas le hicieron malograr su labor en aras de su próxima actuación.

Arturo Macías se llevó la tarde.

Desde el primer momento y viendo las circunstancias que aquejaban a sus alternantes, él decidió ir a por todo. Jugar todas sus cartas, era la única opción y así lo hizo.

Se fue fundiendo con las condiciones para lograr emocionar a la parroquia.

Y vaya que lo logró.

Apenas una inyección en el morrillo del burel que no tenía fondo y que dependía de la voluntad del torero para salir avante.

Medios muletazos muy bien aprovechados, pero sobre todo llevar el efecto mariposa al punto exacto para mejorar la tarde. Dos orejas tras volcarse entregando el pecho y salir trompicado.

Con su segundo vendría el clímax y el debido colofón.

El mejor toro de la tarde, pero sin lugar a dudas con la mancuerna adecuada pues a pesar de sus templadas embestidas a mi parecer, debía ser llevado con pinzas para no concluir como sus hermanos.

Hay un cierto encanto entre Macías y la Silverio Pérez. Sus últimas actuaciones han tenido resultados exitosos y ésta, no podía ser la excepción.

Miraba fijamente sus ojos y sin titubeos le pasó por la cintura acariciando sus carnes suavemente, con un tacto de Dios le fue incitando poco a poco. Estaban entrelazados y el sol los veía a lo lejos lanzando ardientes miradas a la luna que apenas esbozaba una sonrisa en el

Horizonte. Le fue rozando una a una como con finas gasas de seda y al encontrarse con su negra mirada le tomó con sus manos rebozando de placer como dos amantes que se consagran en el sacrificio. Los instantes de pasión fueron eternos. Se podían confundir en las arenas. Cada roce era un verso de Bécquer, cada mimo el deshoje de una rosa de castilla, los cuerpos perfectamente fusionados conmovían a los alumnos de Hermès.

Una oda a la luna rosa que poco a poco despertaba al escuchar los gemidos y el torbellino de emociones en los tendidos. Coqueteó con el sol quien enfadado se retiraba, celoso de no poder tenerla.

Y así, enganchados hubo de sobrevivir uno solo, y en el momento de llegar a la cúspide, lascivamente se entregó en la suerte suprema doblegándolo en el mismo momento. El estruendo logró opacar cualquier estridencia que surgía de afuera del recinto y el clamor fue grande. Se le concedieron los máximos trofeos y se concretó una vez más el tórrido romance entre la plaza y el torero”

Se le realizó un homenaje al empresario “Curro” Leal por su trayectoria taurina en el corazón del festejo.

Salieron a hombros torero y ganadero.

Alexa Castillo

Foto: Oscar Mir