Lo dije hace unos días y, como un mal presagio así ha sucedido. Dije respecto a Urdiales que me alegraba muchísimo de que volviera torear tras año y medio en el dique seco. Pero mostraba mis dudas sobre los toros de Núñez del Cuvillo que, como dije en aquel artículo, esos mismos toros arruinaron la carrera de El Pana en España o, en el peor de los casos le frenaron en seco. Hoy, para mi desdicha, a Diego le ha sucedido lo mismo porque su primero era tonto, abanto, huidizo y sin entrega alguna; más tonto que Pedro Sánchez y Pablo Iglesias juntos. Es decir, la negación como toro, al igual que les sucede a los políticos citados. Su segundo tampoco ha quedado a la zaga en cuanto a ineptitud de lo que debe ser un toro bravo y encastado. Claro que, mientras a los toros les damos el adjetivo de tontos, a los políticos aludidos hay que añadirles la mala hostia que tienen, justamente para hacer todo el daño del mundo.
Como explico, ha brotado la voluntad, las ganas, la torería de Urdiales, pero sus enemigos no le han permitido redondear la obra que todos queríamos. Si su primero ha sido la negación personificada, su segundo otro tanto de lo mismo puesto que tenia una aspereza que está reñida con el arte. Nada que objetarle al diestro riojano, si acaso, eso sí, que se lo piense otra vez cuando le anuncien con dichos animalitos que, maldad no tenían ninguna, pero posibilidades de éxito tampoco. Ha habido momentos hermosos por parte de Diego, de forma concreta en algunos muletazos aislados y, de forma prodigiosa el epílogo de sus faenas que, con sabor añejo y torería a raudales, posiblemente, haya sido lo más torero de Diego Urdiales.
Posiblemente, el ganadero quizás haya quedado satisfecho con el último de la tarde que ha sido un toro de una nobleza especial; el calco del jandillita de ayer en las manos de Pablo Aguado. En esta ocasión hay que decir que David de Miranda, con ambos animalitos ha estado sensacional, si así se le puede llamar a torear sin toro, es decir, con ese tipo de bichejos que no emocionan a nadie. El chicho ha toreado extraordinario, de forma concreta con la mano zurda en la que ha dibujado naturales bellísimos pero, vuelvo a insistir, ese triunfo de hoy, las dos orejas cortadas no le abrirán las puertas de lado alguno porque todos hemos visto la clase de toro que tenía enfrente. Más que un toro, el último era el arzobispo del lugar por la bondad; pero mientras a los obispos les exigimos bondad, a los toros les tenemos que exigir casta, bravura, fiereza y emotividad, valores que no lucieron ninguno de los toros.
Se acabó la gira de la reconstrucción que, si lo que pretendían era dar toros en plazas de pueblo, ese objetivo se ha logrado por completo y, es algo de agradecer; pero en lo que respecta al toro, genéricamente, la gira ha sido un fracaso con estrépito. Por cierto, ya resulta sospechoso que las figuras no están pidiendo los Cuvillitos. ¿Cuál será el motivo? Desde luego, tras el fracaso de hoy, Álvaro del Cuvillo ya puede mandar toros al matadero.
Confiemos que tome nota Diego Urdiales al respecto de dicha ganadería y, ante todo, que recapacite y que piense que, sus grandes triunfos todos han venido de la mano del toro auténtico, bravo y encastado, jamás con la burra tonta que a lo que aspiran las máximas figuras del toreo. Por cierto, la figuras a las que aludo, les sale un lote como el que le ha salido a Urdiales y no pasa nada; es decir, nadie se lo toma en cuenta. La siguiente será mejor, dicen ellos. Y todos tan contentos. Urdiales, como nos pasaba a todos los aficionados, anhelaba un triunfo grande que le volviera a poner en el lugar que le corresponde pero, no ha sido el caso. Tampoco pasa nada porque si un día hay toros en Madrid, Diego Urdiales lo arreglará todo en diez minutos, que nadie lo dude.
Pla Ventura.