Tarde de grandes emociones que definitivamente atrajo a un público diferente, público que tiene que empezar a introducirse en el conocimiento de los principios básicos de la tauromaquia, del arte de Marialva, y de ese modo fomentarse que nuestra fiesta tenga un futuro prometedor y exitoso.

Una entrada nutrida registró el Coso de Insurgentes en lo que fue la última corrida de la temporada, corrida de “Rejones”. Y claro, hay que dejar bien asentado que después de la partida de Pablo Hermoso, quien mandó con más fuerza que un dictador en nuestro país, se antojaba la posibilidad de que se abrieran las puertas a caballeros que han buscado la gloria en estas tierras y aún no hay podido lograrlo debido a que nadie podía pasar si el navarro no lo permitía.

Los toros de la ganadería de “La Estancia”, presentados para rejones y en general dieron un buen juego, destacando tres, uno de ellos que fue indultado. Tercera ocasión en que un toro de rejones merece tal “distinción”.

Para mí el toreo ha sido el que me ha hecho estar viva. Desde niña todo lo que he hecho se relaciona a la maravillosa Fiesta Brava. En casa se hablaba de toros a diario y no había día que no surgieran preguntas y respuestas acerca de nuestra amada pasión. Pero si bien el toreo me cautivó, el rejoneo me cambió la vida.

Desde que recuerdo, siempre me impresionaron los caballos. Acudía a las charreadas de mi padrino, el Torero Charro Mariano Ramos, quien me introdujo en esta hermosa tradición, me gustaba el adiestramiento, el salto, el volteo, la alta escuela y toda clase de disciplinas ecuestres. Y tuve la bendición de haber estado muy cerca de un rejoneador que hizo época en nuestro país, “El Rey del Quiebro”, don Ramón Serrano, de quien aprendí del toreo a caballo todo lo que lo envolvía, y se volvió mi obsesión y mi frenesí.

Ahí comprendí que, si bien torear ajustado y templado generando esos momentos maravillosos a la retina era de gigantes, el toreo de a caballo era sin duda de seres casi míticos. Tener la capacidad de domar a un caballo y tener esa conexión, que los vuelve uno solo, va más allá del entendimiento de muchos, que incluso desprecian la labor de los caballeros. Es montar por horas diariamente y adoctrinar a un animal que en cualquier momento puede rehusarse a acudir a la cara de otro que le causa terror. Y sin embargo confiar plenamente en su jinete para estar dispuestos a dejar la vida en un ruedo. Es por eso por lo que merecen mi respeto y mi admiración.

Andy Cartagena me sorprendió, de manera muy grata. Ha sido duramente criticado por su carnavalesca forma de interpretar el toreo, abusando de recursos espectaculares para conseguir meterse al público en la bolsa. Pero hoy mostró un lado ciertamente distinto. La doma con que nos regaló esos trazos de fina estampa, en que parecía volar, flotando en cada cambio de pista, eran una caricia para sus enemigos. Toreó por nota, templando con elegancia a cada segundo y llegando a los tendidos con gran fuerza.

Y nos ocupa en esta ocasión el “Marqués de Riscal Reserva”. Un tinto refinado, elegante, que deriva del tempranillo Riojano por denominación. Sin duda muy versátil, sin perder su identidad generacional que lo ha hecho uno de los más reconocidos a nivel mundial. Sus notas de ciruela, canela, pimienta negra, regaliz que queda en boca y lo hace largo y dominante, se conjugan con el aporte de la sedosidad de la cereza y lo vuelven delicado en sus taninos y con suave y puntual acidez. Se digiere fácil y agradable. Y así Andy en su proceder nos regaló los matices clásicos de un torero que puede tener esas dos facetas pero que hoy logró equilibrar, dejando claro que un vino de prosapia definitivamente con el tiempo adopta sus mejores características y se puede disfrutar de muchas mayores maneras. En su primero no consolidó pese a momentos grandiosos y en el cuarto nos regaló una cátedra, logrando estremecer a los parroquianos que pidieron la oreja con fuerza tras una afortunada labor que deja un claro precedente.

Emiliano Gamero mostró una evolución interesante en su quehacer. Sin duda un rejoneador que ha luchado día a día por hacerse de un nombre. Y es que en México el rejoneo ha tenido más obstáculos que la Copa Longines. A pesar de que no está acartelado como debiera, posee un carisma abrazador y sus capacidades son evidentes. Pero en este momento hay que hablar de su actuación, pero no solo a través de sus cabalgaduras y su hacer, sino de la manera tan absurda en que vendió un indulto. Es un rejoneador al que le he seguido los pasos muy de cerca y en el camino me ha parecido muy digno, pues ha escalado peldaños a golpes y con mucho sacrificio, pero no me parece muy ortodoxo lo que ocurrió con el quinto.

Mostró una gran variedad, y desprendió a la gente de sus asientos desde el segundo de la tarde, pues vino a demostrar fuera como fuera, el sitio que pretende ocupar en nuestra tierra. Cambiando de pista en la cara del toro, llevando a sus astados a la grupa, con vistosas piruetas y aprovechando el recorrido de su primero puso el estandarte en alto. Y lamentable fue que el burel no cayó, y le llevó a descabellar en repetidas ocasiones.

El quinto ha sido un poema. Hacía mucho que no veía un toro con tal fijeza, con bravura, embistiendo a los caballos con tal inquietud como la que tenía Lord Byron a los viajes y las mujeres. Sin duda un icono del romanticismo británico del siglo XVIII. Y es que se embebía en las grupas, en los estribos y en las largas y lacias colas de los corceles. Por momentos parecía un juego pactado. El toro no titubeó, desde que lo vio en la puerta con la garrocha, acudió embriagado por su raza y buscando llevar a las alturas a caballo y caballero. Fue bien correspondido por el capitalino, y danzaron como brujas desnudas en la noche de aquelarre, dibujando instantes casi perfectos. Cada segundo fue construyendo el poema, cada palabra se traducía en un bello soneto, una copla se emocionaba y detonaba el estruendo en los tendidos. Y es que “Recuerdos” quería dignificar a su estirpe y lo hizo. Y aquí se me rompe la voz.

¡Que el toro fue de bandera!, sí, sin duda lo creo. ¡Que debía indultarse!, puede ser. ¡Que merecía la gloria!, definitivo. Pero con todas las capacidades que nos mostró Gamero. ¿Qué necesidad tenía de hacer un espectáculo circense para alentar a las multitudes a exigir el indulto y obligar de una manera u otra al juez, a que cediera sin siquiera pensar en tener una decisión propia? Buscó el indulto en su emoción y se pasó de la línea. Las maneras siempre serán importantes en el toreo. Esta vez se le concedió el capricho, pese a que una buena parte del tendido reprochó la decisión del juez.

Y honestamente, si somos fríos, creo que era el toro de ensueño y sin quitarle mérito a su labor, tengo en la retina esa manera de embestir que me da fe en nuestra fiesta, más que los vistosos violines que Emiliano nos regaló, y considero que tuvo una tarde épica, pero lo que más me llena de gusto, es saber que pudimos ver un toro, uno de esos que ya está listo para continuar la genealogía de su familia. Dio la vuelta Gamero acompañado por los ganaderos Martínez Vertiz.

Fauro Aloi tuvo una tarde a secas. El primero se le emplazó, causando la duda de si acaso no veía. Pero había que encelarlo y a partir de ahí, el toro fue a más. Pero era un toro que exigía y faltaron recursos. Tuvo cierta petición en el primero, pues se ciñó buscando agradar y sí, por momentos se vislumbraba un triunfo importante. En el segundo no redondeó, pero quedan detalles que tendrá que pulir e incrementar para poder hacerse de un nombre que no solo pese en el apellido, sino en los carteles.

En la corrida se anunciaba el trofeo de “La forca de oro” y que se disputaban los “Forcados amadores de Alcochete”, los Forcados Amadores mexicanos y lo Forcados de San Luis Potosí. Llevándose el trofeo el grupo portugués. Aunque el segundo de la tarde fue el más accidentado, en general todos fueron emotivos para la suerte. Pero hay que destacar al grupo de Alcochete que en el cuarto de la tarde hizo que las rosas florecieran antes de que la primavera asomara sus primeras hojas. La armonía perfecta, el encuentro esperado. Fueron los entregados amantes fundidos en un momento que será eterno.

Hace mucho que no se me erizaba la piel y fue una pega, la que me recorrió por todo el cuerpo dejándome un remanso de frescura y de emoción tal que llevaré en mi recuerdo y en mi corazón. Uno de los Forcados mexicanos recibió una cornada en el cuello de la que ya está fuera de peligro.

Antes del festejo se rindió homenaje al doctor Rafael Vázquez Bayod quien por muchos años fuera el médico de plaza.

Alexa Castillo