La corrida que se ha lidiado esta tarde de Baltasar Ibán ha sido nefasta hasta la saciedad, a excepción del cuarto de la tarde que, por error, se ha dejado pegar veinte muletazos. Sin duda que, si nos presentaran los carteles de Madrid con solo los toros, automáticamente, cualquier aficionado haría los triunviratos de los toreros, lo digo porque hoy, «lógicamente» no estaba El Juli ni Manzanares en los carteles.
Las corridas de toros siempre son una incógnita, pero existen muchas ganaderías que ya se sabe de antemano que no embestirán los toros, por eso los señoritos no las piden. Al perro flaco, pulgas con él. De igual modo, se lidian toros de muchas ganaderías que, se sabe que muchos toros embestirán, pero esos los reservamos para los llamados figuras y, a los pobres que les parta un rayo.
Se cambió el primer Ibán porque tenía pocas fuerzas y salió uno de Montealto que, como era natural y lógico, su papel no era otro que ser un auténtico cabrón embistiendo con la cara en alto y dando hachazos por doquier; como fuere, parece que había una consigna en el universo, no sé si dictada por el taurinismo o por el propio Diablo, acabar con Curro Díaz. La gran verdad no ha sido otra que Curro Díaz se ha tenido que jugar la vida una vez más a cambio de nada; derrotes por todos los lados en lo que Curro los ha sorteado de forma firme y lleno de convicción, incluso esbozando algún que otro cartel de toros.
Ha salido su segundo, el toro del error que yo hablaba para que Curro Díaz le entendiera a la perfección para reunir sentimiento, torería, arrebato y belleza en grado sumo que, al final, se ha traducido todo en un tratado de arte al más puro nivel. Veinte han sido las arrancadas que el toro le ha brindado al linarense para llevar a cabo la faena más sentida y emotiva, artisticamente dicho de lo que llevamos de feria.
Curro creó, se desmayó por momentos, se sintió y conjugando todos los verbos posibles ha encandilado al público de Madrid que, tras su rotunda estocada han pedido la oreja con auténtico clamor. No es menos cierto que el toro por el izquierdo no ha querido ni uno, lo digo porque de haberle dado dos series de naturales, la faena hubiera sido de dos orejas rotundas. Pasó lo que ha pasado y no podemos pedir más, pero no es menos cierto que Curro Díaz nos ha dejado en el lugar que nos corresponde. El lógico porque para nuestra fortuna le venidos defendiendo, con razón, desde que confirmó su alternativa en Madrid con aquella corrida del Cura de Valverde. Desde aquel momento, pese a la dureza de la corrida, se vislumbró un torero de enorme sentimiento.
Ha matado el sexo por el percance de Román y, en vez de pasaportarlo con decoro, se ha entretenido jugándose la vida para arrancarle algunos muletazos maravillosos, a sabiendas de que su anatomía pendía de un hilo por las condiciones de un cabrón toro con más maldad que algunos políticos de izquierda, que ya es decir.
Pepe Moral no ha tenido su tarde el hombre. En su primero, al que parecía que las primeras arrancadas le podían valer en las que el diestro ha tenido dos pasajes muy dignos, de repente el toro se ha apagado y no ha pasado nada. Se segundo, violentísimo hasta la locura, Moral lo ha intentado sin logro alguno. No es menos cierto que se le ha visto sin mucha convicción al muchacho que, de haberla tenido tampoco hubiera tenido más logros.
Lo de Román es muy curioso. Es un chico que no tiene calidad alguna y todo lo basa en el valor; pero puedo asegurar que no hay torero alguno que sepa «vender» su valor con la alegría que lo hace Román que, repito, cala en la gente. El toro tenía maldad para dar y tomar y el muchacho, como digo, en un alarde de valor no sé si temerario o consciente, se ha jugado la vida de verdad. Le ha arrancado pases sin que el toro le regalara nada; un toro difícil, complicado que, como ha hecho el diestro, lo único que cabía era jugarse la vida. Ha entrado a matar dejando una gran estocada con la que ha caído el toro que, en el embroque le ha metido «mano» y le ha herido fuerte en el muslo. Le han dado una oreja de la que no entenderé jamás los motivos; habrá sido por la consternación de la gente al verle herido. En honor a la verdad, si lo que medimos son los méritos artísticos, ¿qué premio deberíamos darle a Curro Díaz? Le deseamos a Román una pronta recuperación que, sin duda, así será.
Nota: Hagamos notar que como quiera que no nos han llegado las fotos de hoy, insertamos una foto de archivo de Curro Diaz, como queda dicho, el triunfador de la tarde.
Pla Ventura