A todo el mundo se le llena la boca diciendo que la corrida del domingo de Resurrección en Sevilla es el festejo más importante de la temporada; decirlo no cuesta nada. Es como decir que Pedro Sánchez lleva varios años como presidente del Gobierno de España sin ganar elección alguna. Todo es del color que queramos mirarlo. Hoy, nos hemos llevado otro chasco porque los “Olguitos” de Matilla se han cargado la tarde. Como digo, un fraude de ley porque los toros pueden ser buenos, malos, regulares pero, que no tengan fuerza ni el menor atisbo de casta, eso es propio para Sevilla que, como es notorio, allí no protesta ni Dios. Todavía les pasa poco. Y estaban tristes porque la lluvia casi que impide la celebración del festejo. Eso hubiera sido el menor de los males porque nos hubiésemos ahorrado un bochorno como el sufrido.

Como explico, toros infumables por su falta de fuerzas, algunos anovillados, los demás, muertos de salida, hasta el punto de que el último ha sido de Román Sorando y nadie sabe los motivos porque si Matilla había enviado ocho toros y se lidió uno de los sobreros porque le primero de Roca Rey, tras el refilonazo de rigor con el caballo, quedó casi muerto, razón por la que el presidente devolvió al toro al corral pero, si quedaba otro, ¿a santo de qué salió el de Román Sorando que, anovillado como algunos de los “olguitos” no sirvió para nada. De la suerte de varas no hablo porque de hacerlo me envenenaría yo mismo. Otra estafa en toda regla pero, en Sevilla nadie protesta nada; allí no se escucha ni un grito y mucho menos una bronca. Dicen que los aficionados hispalenses son muy bondadosos con los toreros; hombre, yo diría que son memos porque se dejan engañar una tarde si y otra mucho más.

Reapareció Morante que, ante sus problemas de salud nos tenía preocupados. Ha tenido dos enemigos diferentes, lo digo porque su primero parecía un toro por su lámina, presencia, incluso por su pelaje que todavía lo embellecía mucho más pero, todo ha quedado en la nada; apenas fuerzas, de casta no hablemos y, Morante, tras intentarlo se ha dado cuenta que, aquello que había exigido al ganadero era para sustentar la parodia una vez más. Su segundo, más que un toro parecía un novillo esmirriado con el que Morante no se ha complicado la vida; ni tenía motivos para ello porque la vergüenza que habrá sentido de forma interior será de época.

Castella ha tenido un primer enemigo que, como algunos más, no hubiera pasado como toro ni en Écija pero, en La Maestranza cabe todo, por eso se ha lidiado ese animalito que, pese a todo, tenía un puntito de genio pero, como ya le veíamos con el estigma de ser un novillo, la voluntad de Castella no ha servido ni para arrancar un solo aplauso en la faena. Cuidado que, aquí viene el misterio, lo ha matado bien y le han dado una oreja. Triste pero cierto. En su segundo más blando que todos los anteriores, ha puesto voluntad pero, vaya fiasco de corrida en todos los órdenes. Como explicaba, Matilla sabe muy bien lo que puede llevar a Sevilla y, encima, hasta se lo aplauden. Y lo más sangrante de la cuestión es que esta es la fiesta que tenemos. Hoy hemos dado una demostración de lo que es el toreo si de figuras del mismo hablamos.

Roca Rey ha cortado una oreja a su primero bis porque el preferente había salido medio muerto. El referido segundo que debió ser su primero, ha mostrado mucha nobleza, pero apenas podía con su alma. Sin duda, este hombre, sin el toro con fuerzas o que plantee problemas, es un caricato de sí mismo. Labor tesonera pero, sin convicción alguna. El toro le ha dejado estar pero, ¿a quién ha convencido? Seguro que a Roberto Domínguez que, como siempre, lucía una bufanda hermosa. Una oreja barata ha ido a sus manos, tan barata como la de Castella que se le concedió en el toro anterior al francés. En último de Román Sorando que nadie sabe los motivos por los que ha salido al ruedo, además de pinta de novillo, parecía hermano de los “Olguitos” por aquello de falta de fuerza y de raza. Allí estaba Roca Rey trabajándose el papel de héroe pero, sin un toro delante, ¿a quién se le ocurre semejante estupidez?

Es bueno que One Toro nos televise los festejos pero, en un día como el de hoy, hubiera sido mejor que la lluvia hubiera suspendido el festejo, nos hubiéramos ahorrado los bostezos y, lo que es mejor, no nos hubiésemos percatado de lo que ha sido una estafa en toda regla. Y queda toda la feria. Que Dios nos pille confesados.

Sin lugar a dudas, el gran triunfador de la tarde ha sido Joao Ferreira, ese banderillero lusitano que hace gala como tal y, recordándonos a Víctor Méndez, ha puesto dos pares sensacionales, ha cuadrado en la cara y, para colmo, ha dejado los palos en todo lo alto y en menos “terreno” que una perra chica como antaño se decía. Suerte la de este gran rehiletero que ha encontrado junto a Morante un gran pilar para sustentar su tremenda valía.