En lo que se entiende como la tarde maldita para Valencia, San José, apenas media plaza ante un cartel muy interesante que, en otra fecha de la feria hubiera sido de mayor fuste aunque, insisto, nadie sabe las razones pero el día de hoy en el que festejamos al patrón de la Comunidad, desde hace muchos años, dicha fecha es pura ruina en todos los sentidos, hasta el punto de que, en los últimos cinco lustros, todos los toreros que se han doctorado en este fecha han terminado como banderilleros. Si mal no recordamos, la última fecha apoteósica en el día de San José, tuvo lugar hace treinta años con Espartaco, El Soro y Enrique Ponce que, con una corrida de Juan Pedro salieron todos a hombros y, como era costumbre, con el no hay billetes colgado en la taquilla. Eran otros tiempos.
Hoy se ha lidiado un encierro de Montalvo en el que, el ganadero J.I.Pérez Tabernero ha traído una reata muy interesante de toros, hasta el punto de que tres animales han sido de auténtico lujo. Corrida extraña porque no se ha podido torear ningún toro con el capote, la suerte de varas ha sido un descalabro, en las banderillas han pasado muchos apuros los rehileteros pero, amigo, en la muleta, tres todos han sido de escándalo.
El más afortunado ha sido El Fandi al que le han caído dos toros con una nobleza extraordinaria que, para colmo, toda la corrida ha estado muy bien presentada, incluso con enorme trapío. ¿Qué ha hecho El Fandi? Hombre, eso no se pregunta porque se sabe de antemano. Se trata de un gran profesional que sabe de toros más que las vacas, que lidia con esmero a sus enemigos, conoce los terrenos y aplica la lidia adecuada a cada uno de sus contrincantes. En sus dos antagonistas ha sido el calco de sí mismo pero, en su haber, una oreja en cada toro que le han permitido salir por la puerta grande. Ha estado muy correcto toreando por derechazos, se ha empleado en los naturales y como ha matado con prontitud, esa alegría que el torero desprende ha calado en los tendidos para que, sin discusión, se le otorgara un apéndice en cada uno de sus adversarios, no sin antes haber puesto siete pares de banderillas que, en honor a la verdad, un par ha sido de antología.
Paco Ureña ha tenido un primer toro que nos ha engañado a todos puesto que, al ver su nobleza, creíamos que le iba a durar para hacer una gran faena y, el animal, en la tercera serie se le ha rajado y Paco se ha quedado con las ganas. Una pena porque hasta que el toro dijo basta, Ureña le había recetado pases de mucha enjundia. Pero ha sido en el quinto de la tarde cuando el de Montalvo ha querido sumarse a la fiesta y ha sacado un fondo de nobleza fantástico, hasta el punto de que, amén de la entrega de Ureña en las series con la derecha, con la izquierda en la mano ha dado varias series monumentales, hasta el punto de que, sin discusión, ha hecho la faena de la feria. Tiempo hacía que no veíamos brillar a Ureña con esta intensidad, es cierto que el toro le ha acompañado pero, sin lugar a dudas, el lorquino ha tocado el cielo con sus manos porque, sin la menor objeción, ha llevado a cabo una de las faenas de su vida. Ha vibrado Valencia y, sin duda, los cientos de miles de espectadores que lo hemos visto por la televisión. Un lujo que un torero tan grande, que no es por lo de hoy por supuesto, haya sido puteado con esa saña a la que ha sido sometido en los últimos años. Si querían que se reivindicara, lo ha logrado. La espada le ha privado de las dos orejas, pero lo que nadie le privará ni discutirá es que ha hecho la faena de la feria, sí señor.
El lote infumable se lo ha llevado Emilio de Justo, una pena porque, el de Torrejoncillo, a poco que le embista un toro forma un lío de época. No ha sido el caso ni el día porque sus dos enemigos apenas le han dado opción alguna; en realidad, ninguna. Sin toro, aunque resucitara Juan Belmonte todo sería una tarea baladí, lo que hoy le ha sucedido a ese gran torero que no ha podido demostrar su vitola de artista y torero cabal.