La corrida de Núñez del Cuvillo lidiada en el día de hoy no ha tenido otra cosa que, la sombra del fracaso con estrépito del día de ayer con los burros de Juan Pedro, razón por la que ha tenido lugar un triunfalismo barato que, como tantas veces, La Maestranza se convierte en una plaza de carros. No es nuevo lo de hoy. Lo digo porque, que Daniel Luque haya cortado tres orejas me parece un premio de una dádiva inmensa que, en realidad, no venia al caso. Puerta del Príncipe para el sevillano sin venir a cuento.
Los “cuvillitos” han sido el calco de otras muchas ocasiones. Animalitos absurdos, de nulo trapío, con las fuerzas justitas, con mucha dosis de bondad, sin el menor atisbo que pudiera emocionar a nadie, anovillados los cuatro primeros y salvándose un tanto más el quinto y el sexto. Les aseguro que no ha sido la corrida del siglo, es más, comparada con la de Santiago Domecq o El Parralejo, lo de hoy ha sido un esperpento. Pero todos los días no es domingo, hoy toreaba Talavante y no era cosa de buscar una corrida encastada, por eso no ha quedado apenas recuerdo alguno de todo lo sucedido.
Abría cartel Diego Urdiales que, hace una par de temporadas firmó en Sevilla una de sus tardes memorables frente a un toro encastado. En este día, con su primer enemigo, un animalito sin argumento alguno si de toros encastados hablamos, si ha tenido la suficiente nobleza para que el riojano dibujara muletazos bellísimos por ambas manos. Diego ha tapado al toro que era insignificante pero, su grandeza como artista es de tanta magnitud que, apenas hemos reparado en el animalito que iba y venía, algo que ha aprovechado Urdiales para hacer el toreo soñado; sin emoción, claro está, por culpa del enclenque que tenía enfrente. Tengo claro que, si a Diego le llega a caer en suerte un animal como cualquiera de los que salieron el otro día de Santiago Domecq, el diestro de Arnedo le corta el rabo pero, no tenía ese toro que anhelaba. Faena bellísima, llena de retazos y pases de mucha enjundia. Ya sabemos de la calidad de este artista singular. Ha matado de una soberbia estocada y le han dado una oreja. En su segundo, noble como su primero pero más rebrincado y parado, ha tenido que robarle los muletazos uno a uno. La belleza ha existido pero no ha habido rotundidad por no haber continuidad. Tarde dignísima la de Urdiales que, tras aquella apoteosis de Madrid en el 2018, logró encaramarse en los carteles de las figuras y, desde aquella fecha ha llevado a cabo faenas inolvidables en distintas plazas que no hace falta enumerar.
Talavante ha estado tesonero en su primer contrincante que, sin peligro alguno el extremeño ha toreado a placer como él ha creído oportuno. Aquello no tenía consistencia alguna porque, como dije, los toros no tenían emoción. Siendo así, esperar que aquella calara en el tendido ha sido una quimera. Pese a todo, ha matado de estocada y le han dado una oreja. En su segundo, un toro con un poquito más de trapío y de igual nobleza, tampoco ha logrado rotundidad alguna. Pinchazo y estocada que han dado opción a unas leves palmas.
Luque se ha encontrado en primer lugar otro animalito sin maldad alguna; vamos, como toda la corrida. Este chico es capaz de todo; hasta le pega pases a una farola y se enciende. No es menos cierto que, con el toro encastado su toreo dice más; yo diría que lo dice todo pero, con bobalicones como los de hoy, por mucho que haga, nadie recordará nada de lo que hace que, en realidad, es mucho. Estocada y oreja. En su segundo y último de la tarde ha estado tesonero, muy animoso, como toda la tarde. La variedad ha brotado de sus manos y sentidos; digamos que, ha convencido al toro de que había que embestir y lo ha logrado. No es menos cierto que tras las tres primeras series el toro se ha cansado y, tras su gran repertorio en todos los órdenes, ha matado de un estoconazo de clamor y, todos creíamos que tenía la oreja asegurada. Pero, amigo, el señor Luque ha concedido las dos, es decir, puerta del Príncipe para Luque sin venir a cuento. Como explico, triunfos baratos que dejan a Sevilla en una plaza pueblerina y sin el menor fuste.
El resultado del festejo es el que ha sido pero, como decía, la sombra del toro auténtico es muy alargada y aunque todo ocurrió a primeros de semana, nadie hemos olvidado la grandeza del toro encastado y con motor, es decir, lo inolvidable. Reitero que, si lo de hoy lo comparamos con los infames toros de Juan Pedro, hoy ha sido gloria bendita. Pero no es el caso, que nadie se equivoque.