Cuando hablamos de los toros de Domecq, todos, sin distinción, pensamos en ese toro aborregado que tanto aman las figuras pero que, en esta ocasión, un ganadero llamado Santiago Domecq que nada tiene que ver con los esperpentos de sus familiares, ha echado una auténtica corrida de toros que nos ha emocionado hasta la locura. Es cierto que, más que bravura, ha predominado la casta pero, bendita casta cuando la misma sirve para que el espectáculo esté revestido de verdad y autenticidad. Tres toros encastadísimos, dos más bien blando para lo que ha sido la corrida en su conjunto y, un toro de escándalo por su casta y su bravura.

Arturo Saldívar vino de verdad a Madrid. Otra cosa es el resultado obtenido pero, el mexicano se ha jugado la vida de verdad y, sin duda, se ha encontrado con dos toros que con toda seguridad no le han salido jamás en México; dos toros para emocionar al personal por su casta terrible, justamente, la que le propició varias cogidas de las que salió ileso como si de un milagro se tratare. Como se demostró, los toros que cogen son justamente los que están encastados, los demás si te cogen te miran y hasta te piden perdón, no era el caso en este día. De haber logrado dos buenas estocadas el resultado de Saldívar hubiera sido muy distinto pero, la espada no cayó en su sitio y eso enfrió al personal que, repito, se encontraron con un torro distinto que, del valor hizo su mejor arma que, unido a esa disposición sin límites se llevó el respeto de Madrid y, su mejor logro, salir ileso de aquellas cogidas tan dramáticas.

Fernando Adrián salió por la puerta grande porque, en ocasiones, la diosa fortuna se alía con un torero y todo sale redondo. En su primero, uno de los toros encastados de los que hablo puso su mejor disposición, su deseo inquebrantable por lograr el triunfo pero, al final, aquello no terminó de cuajar, y no es desmérito para el diestro que, estuvo hecho un tío con toda la barba. Adrián sabía lo que se jugaba y no cabía la menor broma. Es cierto que, dada su labor, pese a que mató de una gran estocada, le dieron una oreja pueblerina que no le aportará la menor gloria. En su segundo, el toro de la tarde y con toda seguridad el de la feria, un animal al que recibió de forma primorosa en los inicios, muy pronto se percató de que el toro era de escándalo, de los que llevaba colgado un cortijo en cada pintón como decían antes los revisteros. Derechazos y naturales brotaron de las manos de Adrián que, en realidad nos supieron a gloria. Sin duda, la disposición y el ansia de triunfo del diestro pusieron todo lo que podía haber faltado. Un feo metisaca y una gran estocada permitieron que le dieran una oreja que, sumada a la anterior salió por la puerta grande. Ahora lo que hace falta es que le sirva al muchacho.

Álvaro Lorenzo pechó con el lote menos propicio para el triunfo puesto que, su primero, un tanto bobalicón, resultó ser la “oveja” negra del festejo y, pese a todo, Lorenzo le endilgó muletazos con gran sabor pero, aquello no conmovía por la nula calidad de su enemigo. Su segundo, tan noble como el anterior, tenía un puntito más de casta, razón por la que le propinó una voltereta de espanto que, al parecer, resultó herido pero como los toreros son de otra pasta, continuó la lidia como si nada hubiera pasado para dejar muletazos sueltos de una belleza extraordinaria. Mató de una gran estocada y dio una aclamada vuelta al ruedo con toda justicia.

Insisto, una auténtica corrida de toros, la dignidad tremenda de los toreros que, los tres se jugaron la vida, algo que se palpaba desde los tendidos. Para mí, la exposición que hizo de su vida frente a sus enemigos Arturo Saldívar es digna de mención, sin restarle medios a nadie. En el conjunto de la tarde, como digo, privó la emoción, la que conquista a los aficionados y que no deja indiferente a nadie. Esa es la grandeza de la fiesta pero, las figuras van por otros derroteros y, lo de Santiago Domecq, como lo de Ricardo Gallardo, que lo maten los desafortunados. No es menos cierto que, gracias al asco que sienten las figuras por estos toros, Fernando Adrián ha tenido la oportunidad de salir por la puerta grande de Madrid.

Andrew Moore, como cada tarde, nos muestra los momentos más emblemáticos de la tarde.