Los toros que se han lidiado esta tarde en el coso de Cuatro Caminos en la capital cántabra han sido el esperpento de  lo que puede ser una corrida de toros que, menos toros, ha salido de todo y nada bueno. Era un híbrido entre Juan Pedro, por eso llevan la misma sangre, y una amalgama de sosería, debilidad, descastados de Lorenzo Fraile que, este hombre, seguramente será muy católico pero sus toros son ateos respecto a la bravura. Un fracaso estrepitoso del ganadero que, por dignidad, Fraile no debe volver a Santander mientras no traiga una corrida de toros; buena o mala, nada importa, pero que sean toros, no lo de esta tarde que ha sido un ridículo de clamor.

Apagué la tele harto de escuchar memeces por parte de los comentaristas que, los pobres creería que nadie veía el festejo y hemos sido unos cuentas idiotas los que hemos entrado al trapo de la parodia como viene siendo habitual. Insisto que, los toros pueden salir buenos, malos regulares, pero nunca estos animalitos que, sin casta ni fuerzas se han defendido como han podido porque lo que querían era morirse para que se acabara la farsa que, para mayor desdicha ha durado tres horas.

Morante no ha tenido materia para emocionar a nadie y , sabedor de lo que lidia, ahora amenaza con enfrentarse a corridas encastadas. Dios le oiga porque con este material, Morante, pese a que ha dado algunos buenos muletazos no ha emocionado a nadie en ninguno de sus enemigos porque, entre otras cosas, la porqueria de toros que tenía enfrente era de auténtica pena. Como digo, detalles sueltos ante una tarde que, como ha hecho en otras ocasiones era para tirar por la calle de en medio y que arreciara la bronca. Pero no, Morante se nos ha puesto trabajador y no hay peor desdicha que verle trabajar a destajo. Eso sí, los palabreros de turno lo han puesto en los altares. Lo triste de la cuestión es que apenas queda gente sensata en la crítica, de ahí las felonías que cometen a diario.

Diego Urdiales se ha inventado una faena en su primero, un toro sin apenas trasmisión en que lo ha tenido que hacer todo el diestro. Bellísimos sus muletazos con la enjundia de la que es portador este diestro admirable que, él mejor que nadie sabe que no ha hecho la faena de su vida. Es cierto que, su calidad, por momentos, ha eclipsado la sosería del toros, su falta de casta y bravura: él si que ha estado bravo además de artista. Ha matado de una rotunda estocada y le han dado una oreja con toda justicia pero, insisto, él como los buenos aficionados sabe que su faena no ha sido la que él soñaba por culpa de toros. En su segundo le ha enjaretado unas bellas verónicas pero el toro, tras los primeros tercios se ha venido abajo con estrépito. Sin fuerzas, sil alma, sin castea ni la menor bravura, Urdiales lo ha intentado por todos los lados y ha acabado con otra gran estocada por la que ha sido ovacionado.

Pablo Aguado ha hecho un ridículo espantoso en sus dos enemigos que, sin nada que se les pareciera a un toro, el de Sevilla se ha puesto bonito para que su ridículo fuera mucho mayor. Voluntad, buenos deseos pero, en el pecado ha llevado su penitencia, es decir, con los toros a los que se ha enfrentado que, carentes de toda bravura, pegajosos y sin alma, ha naufragado Aguado por el mar de la incertidumbre. Otra vez será hermano.

Insisto que este tipo de toros como el de hoy es el que ha echado a los aficionados de las plazas porque, reitero, el toro puede salir como quiera, pero tiene que ser un toro, porque los de hoy, aunque Fraile estaba contento, yo en su lugar estaría llorando amargamente. Un bodrio para olvidar y como digo, Fraile debe ser vetado en Santander mientras no tenga una corrida de toros de verdad para ser lidiada en dicha plaza. Claro que, los palabreros, como si los aficionados fuésemos tontos, han cantado las virtudes de los toros y los toreros. De todo tiene que haber en la viña del Señor ¿verdad?

Pla Ventura