Tras la celebración de la corrida de esta tarde en El Puerto, Justo Hernández ha dicho que la corrida ha salido muy mala; claro que, lo decía con la boca chica. Mala lo ha sido porque ninguno de sus toros ha tenido el más mínimo peligro. Tres ejemplares han salido santificados y el resto, tontos a más no poder. La tontuna, como digo, se ha hecho presente en estos tres toros que aludo que, sin picar y sin nada que se le parezca a un toro bravo, el ridículo ha sido de clamor pero, que nadie se preocupe que, mañana mismo podremos leer las excelencias de una corrida memorable; prefiero al ganadero antes que a los informadores. Cuando los animales no tienen casta, no muestran el menor atisbo de peligro, todo eso se traduce en una palabra, parodia. No sé exactamente en sentido de las palabras del ganadero pero, Justo Hernández no es Luis Uranga, con eso está dicho todo.

Cierto es que, cuando los toreros se anuncian con estas ganaderías o son figuras a van por el camino. Hoy, lo de El Juli me ha sonado extraño. En su primero, santificado desde toriles ha hecho una faena perfecta, así lo decían los comentaristas. Pinchado y estocada fulminante y, apenas una ovación. En su segundo, sin maldad y sin peligro, solo con el defecto de que quería irse para no ver a El Juli. Faena insulsa en todos los sentidos porque si sale un toro malo y ves que quiere comerse al torero empieza el asunto a tener emoción pero, no ha sido el caso.

Daniel Luque se ha encontrado con un primer animalito que le pedía que bordara el toreo. Luque ha estado muy voluntarioso y, tras cuatro muletazos muy bellos, ha dado trapazos por doquier. El destoreo al más alto nivel pero, como digo, si un torero mata los burros aludidos se convierte en figura y ni pasa nada. Tras una estocada le han dado dos orejas que él, sin duda, todavía se preguntará los motivos pero, en sus manos han caído. Había un presidente de una plaza de talanqueras porque si todos coincidimos en la grandeza de dicha plaza, la dádiva para Luque ha sido de clamor, mejor dicho, un ridículo sin precedentes. En su segundo, con menos opciones lo ha manteado como ha podido y tras una estocada le han dado otra oreja. ¿Lo entiende alguien? Los que informan para cantar las excelencias de las figuras sin toro, esos seguro que lo comprenden.

Todo el mundo esperaba a Juan Ortega que es un artista sin parangón. En su primer enemigo, daba brinquitos, se quería ir y no ha dejado al chico estar a gusto. Lo ha matado y a otra cosa, como quiera que ya tiene el título de figura, todo lo que haga se lo consentirán. En su segundo, el tercer santificado del encierro, si se me apura con menos empuje que sus hermanos, le ha permitido al diestro de Sevilla expresar su toreo con unos muletazos sublimes que, de haber tenido un encastado enfrente hubiésemos llorado de la emoción. Como tenía un animalito tonto y sin alma nos ha gustado la expresión de su torero que, sin duda, ha sido lo mejor de la tarde. Con este tipo de animalitos, Juan Ortega pone firmes a todo el mundo, incluido Morante, lo que todavía me pregunto es cómo le han dejado entrar tan pronto en el festín de las figuras que, al respecto, es el mejor. Estocada con derrame que ha provocado la muerte en el acto de su enemigo y dos orejas. Una hubiera sido el premio justo que, premiado ya estaba el diestro cuando todos coincidimos que lo mejor de la tarde lo ha hecho él. Una pena que, ese toreo tan bello de Juan Ortega no lo exprese frente a un toro encastado que, entonces lloraríamos de la emoción como antes decía, ahora nos conformamos en admirarle que no es poco a sabiendas que mata corridas en las que no corre peligro su vida. El triple salto mortal de los trapecistas era lo más bello del mundo pero, cuando le pusieron la red, toda la emoción se fue al garete, justamente lo que nos sucede con Juan Ortega.

Pla Ventura