Como dije miles de veces en las corridas de las figuras se puede hacer la crónica a las doce de la mañana y no yerra ni Dios. Hoy podría haber sido una de las ocasiones a las que cito puesto que, la corrida de Jandilla, como ocurre a diario en los festejos de las figuras ha sido lo que todos sabíamos; mansita, sin el menor atisbo de peligro, algunos animalitos aquerenciados, sin maldad y demás argumentos que tienen para que los toreros de relumbrón pidan estas corridas con gritos desgarradores. Y con toda la lógica del mundo. Saben que no existe peligro alguno y, como le ha sucedido a Roca Rey, de vez en cuando sale un toro santificado para que el diestro se sienta a gusto. Como se ha comprobado la suerte de varas, como ocurre a diario, no se ha visto por lado alguno; apenas algún que otro picotazo y todos contentos.

Manzanares ha tenido un primer enemigo bondadoso al que ha toreado a gusto por momentos pero, sin calado alguno entre los muletazos. No ha vibrado nadie en su labor que, plagada de voluntad y buenos deseos, tras una estocada le han dado una oreja verbenera. En su segundo, mansito y más rajado no ha tenido apenas opción de nada que, en realidad es a lo que aspiran estos toreros puesto que, son sabedores de que triunfen o dejen de hacerlo, siempre ocupan puestos de tronío en todas las ferias. Lo grandioso de estos toros, para los toreros, claro está, estriba la cuestión en que nadie palpa el peligro desde el tendido, algo que les viene como anillo al dedo a los protagonistas. Manzanares ha pasado de puntillas por Valencia pero, seguirá actuando en la capital del Turia mientras esté en activo.

Talavante, desde su reaparición, seguro que está maldiciendo todo el tiempo que estuvo retirado porque goza de la misma aureola que tenía antes de irse. Pensará en todo el dinero que dejó de ganar y se tirará de los pelos. Hoy ha tenido dos enemigos deslavazados que no tenían nada; ni peligro como antes dije. Voluntad, ese valor que muestran esos héroes que se enfrentan al burro descastado, eso no le ha faltado. Sin lugar a dudas, ver a estos tipos con esos toros es lo más aburrido del mundo porque, en otro tipo de festejos, el torero triunfará o dejará de hacerlo pero, el peligro siempre lo palpamos, como digo, el antónimo de lo que pasa con las figuras.

Roca Rey es un gran profesional y, como siempre le ocurre, el toro de bandera le cae siempre en sus manos. Hoy ha tenido en primer lugar a “San Borja” puesto que, pese a que no se le ha picado para nada, la bondad del animalito era santificada, vamos, para llevarlo a los altares. Dudo que, si de bondad mentamos, es difícil que salgo durante la temporada otro animalito con más santidad que el ahora citado. Roca Rey le ha enjaretado pases de todas las marcas puesto que su técnica es admirable y, con semejante animalito ha dado una lección de profesionalidad. Nadie recordará mañana esa faena llena de júbilo y vítores por parte de los aficionados pero, nada importa, Rey es el amo en la actualidad, con eso le basta y le sobra, para colmo, hasta han pedido los huertanos el indulto. Hombre, seamos sinceros, tampoco era para tanto, al toro le faltaban muchos valores además de la bondad constatada. Menos mal que el presidente ha estado en su sitio y no ha permitido dicha veleidad. En su segundo ha estado tesonero ante un manso que se ha rajado de buenas a primeras impidiendo que Roca Rey mostrara su repertorio pero, pese a todo, el peruano lo ha intentado y por momentos lo ha conseguido. Nada que ver con la faena anterior pero, como ha matado de media lagartijera, la gente todavía estaba jubilosa y le han dado otra oreja. Nadie le negará a este hombre su tremenda voluntad puesto que, el arte se lo quedó Roberto Domínguez. No es menos cierto que, en la actualidad, en el momento en que vivimos, con los aficionados que tenemos, hablar de arte es un auténtica frivolidad. Si le preguntásemos a Roca Rey al respecto no diría que los puristas somos unos tontos del capirote como dicen en la tierra de María Santísima. Y tendríamos que darle la razón porque el arte y la forma de ganar dinero en los toros son razones contrapuestas.